Pero algunos, como Sofía, lograron salvar su vida. Esta mujer de 26 años, a pesar de estar en la recta final de su embarazo, se subió a la copa de un árbol para que el agua no la alcanzara ni a ella ni a su futuro bebé. Aunque escaló a lo alto del árbol estando aún embarazada, a los tres días de encontrarse allí dio a luz a una niña, Rosita, en homenaje a su bisabuela fallecida en las inundaciones. Pero, gracias a su fuerza de voluntad y su perseverancia, aguantaron hasta que un helicóptero militar las trasladó al hospital más cercano cuando aún Sofía no había cortado el cordón umbilical que la unía a su hija.
El nacimiento de Rosita en esas circunstancias provocó que la pequeña se convirtiera en un símbolo de esperanza para un país que cada año reza para que, al menos, no se vuelvan a repetir esas condiciones meteorológicas tan devastadoras que azotaron sus tierras africanas allá por el año 2000.